La permeabilidad intestinal también bloquea el paso de ciertas bacterias patógenas, virus que pueden hacer daño al organismo o a cualquier sustancia tóxica. Fisiológicamente hablando, el intestino es permeable. Es capaz de seleccionar los nutrientes que sí van a entrar en nuestro organismo, defendiéndose de cualquier sustancia que pudiera ser dañina para nuestro cuerpo.
Podríamos decir que tiene dos funciones importantes. La primera, absorber nutrientes (los que sí va a dejar pasar y son beneficiosos para nosotros). Y la segunda, impedir el paso de esas sustancias nocivas para el organismo. Su función es hacer de barrera de defensa, ser impermeable para ciertas sustancias y permeable para otras.
Cuando se produce un aumento de la permeabilidad, se altera la función de barrera del intestino a causa de infecciones intestinales, consumo de alimentos alérgenos, alcohol, antibióticos, quimioterapia, radioterapia o alteraciones de la flora intestinal, entre otras.
La alteración de las funciones de esta barrera supone un aumento del paso de sustancias no deseadas que pueden producir alteraciones inflamatorias e inmunitarias crónicas.
Es más, este aumento de la permeabilidad está muy vinculada con numerosas enfermedades intestinales como la enfermedad de Crohn, y también con enfermedades sistémicas como la artritis reumatoide, el asma, la esclerosis múltiple y la diabetes.
Por el contrario, cuando nos encontramos frente a una disminución de la permeabilidad intestinal puede ser el reflejo de una malabsorción y dar como resultado una desnutrición aún existiendo una ingesta normal en cantidad y calidad nutricional. La celiaquía está relacionada con una baja permeabilidad intestinal.
Procesos inflamatorios como la celiaquía, la enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa podrían afectar a la mucosa digestiva y alterar esta permeabilidad de la que hablamos. Incluso infecciones bacterianas o víricas unidas a una gastroenteritis.
Cuando se diagnostica una alteración de la permeabilidad intestinal, sea por aumento o por disminución de esta, debemos actuar de manera inmediata identificando la causa y haciendo las modificaciones adecuadas en la dieta, siempre acudiendo a un profesional de la nutrición.
Los alimentos fermentados y probióticos pueden ayudar a mejorar esta permeabilidad intestinal y mejorar nuestro sistema inmunológico. Pueden ayudar a que esa barrera intestinal haga frente a esas sustancias nocivas de mejor manera y aumentar la disponibilidad de nutrientes beneficiosos.
Estos son algunos de los alimentos probióticos que podrían ayudar:
También, los alimentos prebióticos (fibra dietética) puede ayudar a mejorar la salud intestinal, aumentando el volumen fecal y mejorando el tránsito intestinal. Este tipo de fibra además puede servir como alimento a las bacterias probióticas por lo que aumentarán la población de bacterias beneficiosas. Alimentos como la zanahoria, manzana, avena, setas, chía y lino, achicoria, puerro, cebolla, espárragos, plátano, legumbre y tubérculos contienen este tipo de fibra. Los tubérculos aportan este tipo de fibra (almidón resistente) cuando se cocinan y se dejan enfriar para consumirlos después.
Cualquier pregunta podéis escribirnos. Si tenéis problemas con la permeabilidad intestinal, recordad que el equipo de dietistas en Pamplona de Nutri2 está a vuestra disposición.